UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL
FACULTAD DE EDUCACIÓN
LIC. EDUCACIÓN COMUNITARIA-DDHH
DDHH EN COLOMBIA
NATHALIA FONSECA GONZÁLEZ 2011153014
Relatoría Clase Derechos Humanos en Colombia
Jueves 4 de Agosto de 2011
Durante la clase
de Derechos Humanos en Colombia llevada a cabo el pasado jueves 4 de Agosto
pudimos participar en una diversidad de momentos que contribuyeron al buen
desarrollo de nuestra sesión. En un primer momento, el profesor Helberth
Choachí hizo una pequeña introducción a los contenidos de la asignatura que
profundizaremos a lo largo del semestre, pero que serán precisados y ampliados
durante la presentación del programa.
Por otro lado,
el profesor propuso un interesante ejercicio para realizar la presentación de
quienes integramos éste curso. Por grupos discutimos acerca de nosotros y
nosotras mismas y resultó interesante porque pudimos conocer muchos aspectos
que quizá solo habían sido compartidos con las y los más cercanos. A través de
éste espacio conocimos más de nuestras vidas, intereses y proyectos, los cuales
en parte, nos han forjado una idea del trabajo comunitario.
Como otra parte
del ejercicio anteriormente mencionado, los grupos debían discutir acerca de lo que consideraban ser los tres
principales problemas de nuestro país. Al hacer la exposición sobre éste
tópico, las propuestas fueron múltiples y variadas y entre ellas se destacaron:
La guerra o el conflicto armado y social, el modelo económico, el irrespeto a
los derechos humanos, la minería y el tema ambiental, la militarización de la
vida, la inequidad, la poca inversión social, entre otros.
Al intentar
redondear sobre la problemática real del país, muchos apuntábamos nuestra
atención sobre el conflicto armado y social. Sin embargo, se menciona la
consideración sobre la diferencia entre las causas, las manifestaciones y el
problema o problemas centrales, y a partir de allí, la reflexión nuevamente se
sitúa y se proponen la desigualdad y el modelo económico de capital como las
dificultades más representativas. Nuestro debate debe interrumpirse (sin que
ello signifique que se haya dado por terminada) para dar paso al siguiente
momento: la presentación de nuestros compañeros de Nariño.
Para esta
interesante e importante parte de nuestra sesión contamos con la participación
de Mario Quesada, integrante de la Red de
Justicia Comunitaria y Tratamiento del Conflicto[1], Jesús y Yesid
Valdéz, William Ortega y Fabio Castrillón habitantes de diferentes municipios de Nariño,
y que se han articulado al proyecto que se lleva a cabo en la región de La
cordillera. Durante éste espacio tuvimos la oportunidad de presenciar un
verdadero ejercicio de recuperación de la memoria por parte de estas personas,
y ello contribuyó a dar una mirada más amplia al tema que hasta hace un rato
nos ocupaba: las principales problemáticas del país.
En primer lugar,
Mario nos expone de manera general algunos de los aspectos más relevantes
dentro del contexto nariñense, caracterizado por ser un territorio de alto
crecimiento guerrillero y paramilitar, lo cual sin duda, acarrea serios
problemas para el bienestar y buen “desarrollo” (Si se me permite el uso de
ésta palabra) de las comunidades que allí habitan. Poniendo de presente también
los serios problemas asociados con la explotación minera de multinacionales,
los cultivos ilícitos y el recurso del agua. Nuestro expositor hace un fuerte
hincapié en el artículo que Alfredo Molano Bravo publicó en el periódico El
Espectador hace algunos meses titulado “El Macizo Colombiano”, en el cual de
manera muy ordenada profundiza en las temáticas antes mencionadas.
“Chucho” inicia
su intervención haciendo un aporte a nuestro debate, afirmando que el principal
problema de nuestro país son los intereses que movilizan las decisiones
políticas en los diferentes niveles sociales. Acto seguido, Chucho relata la
historia de su región, y de cómo ésta ha sido devastada junto con sus
habitantes a partir de diferentes acontecimientos que se entrecruzan como la
crisis cafetera, las migraciones e inmigraciones, las diferentes formas de
atemorización y exterminio de líderes e iniciativas sociales, etc.
Como cuenta
Chucho, el auge o la cultura de la coca
no es un problema del narcotráfico, sino de supervivencia campesina, es decir,
una respuesta a la precariedad en las condiciones de vida de éste grupo
poblacional, producto de la poca inversión social, sobre todo en las áreas de
vías y educación. No obstante, esta cultura de la coca trae consigo también una
cultura de violencia y explotación, marcada por la invisibilización de los
medios y la consecuente indiferencia social. Con respecto a ello, William
Ortega cuestiona la forma en que son mirados los lugares lejanos azotados por
la violencia y la influencia que ejercen allí los medios.
Las masacres
ejecutadas por miembros de grupos paramilitares e incluso militares, genera en
la población la pérdida de credibilidad en los aparatos estatales y peor aún,
sentimientos de impotencia y miedo, que según Fabio C. desembocan en la cultura
del silencio ante las posibles amenazas contra la vida. Para Yesid, recordar la
masacre es un proceso doloroso que se evidencia en su relato, en especial por
el asesinato de un joven de 15 años que nos recuerda la crudeza de la
estrategia en la guerra.
Pero como no
todo es dolor, sufrimiento y desesperanza y siguiendo a nuestro compañero
Mario, “es necesario rescatar lo bueno”. Y lo bueno surge del trabajo
comunitario y de unidad de los líderes y habitantes de este sector, que como
Chucho afirma, fue el resultado de una “decisión valiente” frente al territorio.
Una de las principales muestras de ésta valiosa decisión es lo que han denominado la “Minga
Cultural por la vida”, en la que confluyen una serie de propuestas culturales,
educativas y de trabajo comunitario.
Las mingas culturales
por la vida son descritas por nuestros expositores como procesos de
resistencia, defensa y recuperación del territorio, y más allá, es posible
reconocer en el relato de Chucho, una voz de esperanza y de amor que manan de
ésta experiencia; ser capaces de dar nuevos colores a los rayados muros es
también una forma de recuperar la alegría y la vida misma. Ésta iniciativa es
sólo una parte del avanzado proceso que se desarrolla de la mano de la red, ya
que también se adelanta un espacio de formación en derechos humanos para
jóvenes que parece ser muy sólido.
Finalmente
durante sus intervenciones, nuestros compañeros de Nariño alientan nuestra
formación como un proceso ético y responsable, comprometido con las iniciativas
académicas de pensamiento, reflexión
pero que trasciendan el campo del discurso para fortalecer la acción. Al
fin y al cabo, es necesario que estos espacios se den para poder construir
verdaderas iniciativas de justicia, paz y convivencia.
Al final de
nuestra nutrida clase, es preciso dialogar acerca de los acuerdos mínimos en el
desarrollo de la asignatura entre los cuales definimos que el inicio de la
clase será a las 7:30 am; tendremos un descanso desde las 9:15 hasta las 9:30
am y finalizaremos sesión a las 11:00 am. De igual manera, el profesor Helberth
recordó que es necesario el ejercicio riguroso de las cortas lecturas que
asignará para cada jueves, ya que de ello depende el ameno desarrollo de las
sesiones. En cuanto a porcentajes y criterios de evaluación, el planteamiento
es que sean definidos durante la siguiente sesión, de acuerdo con dos espacios
grandes de trabajo:
1. El trabajo en grupos en torno al un estudio de caso
referente a un tema específico que se presentará ante el curso en tres fechas:
a.
Septiembre 8
b.
Octubre 6
c.
Noviembre 13
2. Una evaluación teórico-práctica
[1] “La Red de Justicia Comunitaria y tratamiento del conflicto (RJCTC)
es una confluencia de organizaciones indígenas, afro-colombianas, cívicas,
mujeres, ONG’s actores académicos de Colombia que trabajan por la paz con
justicia social a través del tratamiento y transformación integral de los
conflictos, la promoción y desarrollo de la justicia comunitaria y la
articulación de organizaciones comunitarias y populares” (Red de Justicia Comunitaria y Tratamiento del Conflicto)
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